Sólo busca quien tiene vocación de encuentro y las identidades se hallan cuando uno se mira en el otro, que es distinto y pleno en riquezas, en posibilidades, en mundos puestos en juego.
Hay mundos donde prevalecen las tendencias a la disgregación, al aislamiento a la destrucción, al abandono de los vínculos, a la desconfianza, a la crispación, a la tristeza profunda. Entonces es preciso explorar los caminos que conducen a la integración, a la solidaridad, al regocijo.
Cuando más extensa sea la red de referencia en la vida, más rica y realizada viviremos nuestra experiencia.
Todo encuentro profundo es una celebración.
En un mundo de migraciones, las conexiones entre culturas diferentes es inevitable, y hay ocasiones que estos contactos sacan a flor de piel lo peor de los grupos humanos: la xenofobia, el racismo, la discriminación.
La música propone otras posibilidades: la comunión, nosotros estamos viajando todo el tiempo. Permanecemos siempre en el camino y éste se convierte en lugar de encuentro.
En la música vivimos esos encuentros y celebraciones: cuestiones de estilo, de origen, de idioma se vuelven irrelevantes. Nacen amistades: hacer música juntos, usándola como elemento catalizador, se transforma en felicidad.
Toda revolución es un hito en el devenir de pueblos y culturas en incesantes procesos de definiciones, de transformaciones. 2010 es el Año del Bicentenario de la revolución de los pueblos del Rio de la Plata. Se busca la libertad.
Camino es el tiempo de luchas, dolor, penas sin fin… Pero (también) ese camino es también el lugar del cambio en movimiento.
Cambio en el encuentro, en la búsqueda que va desde lo artístico a la identidad, ser uno mismo en la tierra de uno. La búsqueda supone encuentro –como le gustaba decir a Picasso- y construcción. Hay que hallar al otro o construirlo.
La idea de Encuentros y Celebraciones es reunir identidades para definir más claramente cuál es la nuestra. Somos un grupo intercultural en movimiento, en creación continua. En perpetua transformación.
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